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Cristina Kirchner: el sicario acudió a la cita
Publicado 13 septiembre 2022



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Bajo estas condiciones y con el martilleo demoledor de las usinas mediáticas y judiciales, el liderazgo de Cristina Kirchner vuelve a surgir como uno de los pocos horizontes confiables para los sectores populares.

El diputado ultra-conservador Ricardo López Murphy, expresión política archi-repetida en los medios hegemónicos, le puso broche de oro a la más formidable campaña jurídica y mediática - que se conozca en la democracia de los últimos 39 años - contra la máxima figura del campo popular argentino y vice-presidenta de la república: Cristina Fernández de Kirchner. Al solicitar represión y mano dura contra los asistentes al barrio donde vive la vice-presidenta, dio a conocer una declaración que fue entendida como una orden de pasar de las palabras a los hechos. “Ellos o nosotros” dijo en una síntesis brutal del odio al peronismo y a Cristina. Las inclusiones eran obvias, y para la derecha que cada quien se ponga el saco que le corresponde: “ellos” era una referencia obvia al espacio de los votantes y militantes del Frente de Todos, la coalición partidaria que sostiene al presidente Alberto Fernández. “Nosotros” era un juicio auto-referencial para identificar al campo de las fuerzas políticas conservadoras y poderes económico-financieros, que preparan armas para la restauración neoliberal en octubre de 2023.

Poco después de ese llamado a la acción directa, alguien escuchó el mensaje y puso en marcha el capítulo final del operativo destinado a acabar con la vida de Cristina Kirchner. A las 21 horas del  jueves uno de septiembre, el joven Fernando Sabag Montiel puso una pistola a 20 centímetros de la cabeza de la vice-presidenta y accionó la cola del disparador. Por razones que están bajo estudio de los peritos hubo una falla en la preparación del arma y el disparo no salió. Cristina salvó su vida y el país se ahorró una explosión de indignación popular de consecuencias incontrolables. Sin embargo, la imagen de una pistola que se acerca con pausada precisión al rostro de la vicepresidenta y el doble “click” que se escucha, tardarán en borrarse de la memoria de los argentinos.

Las hipótesis y conjeturas acerca de las causas que expliquen el origen del intento de magnicidio  son, a estas alturas de la investigación judicial, tan abundantes y discutibles que resulta imposible sintetizarlas en esta nota. En principio hay algo que no debe aceptarse como punto de partida para el análisis del caso, no se trató – como pretenden imponer los medios hegemónicos - de la iniciativa y decisión de un maniático o psicópata que actuó movido por el único interés de adquirir notoriedad, un “lobo solitario” deseoso de hacer justicia cobrándose la vida de una personalidad destacada de la vida pública y principal referente de las fuerzas populares. Fue un atentado que tiene autores intelectuales, un dato que resulta  casi obvio cuando se conoce el perfil social y educativo de los involucrados que fueron detenidos por la policía, si esta línea de investigación cobra entidad la justicia tendrá que convocar a declarar a varios dirigentes de la coalición Juntos por el Cambio, entre otros, a las expresiones más recalcitrantes del anti-peronismo como Patricia Bullrich, exministra se seguridad del presidente Mauricio Macri y actual postulante a la presidencia de la república, a los diputados Fernando Iglesias, Ricardo López Murphy, Martín Tetáz y Javier Milei.

Pero los “lobos solitarios” con vocación magnicida no actúan durante todo el año ni lo hacen guiándose por el ordenamiento de los astros, tienen cobertura y saben moverse en manada, responden a condiciones políticas y sociales precisas, justo cuando la eliminación de determinados liderazgos causa un daño significativo a determinada fuerza política o social.

Las condiciones del país, previas al atentado, eran particularmente delicadas. La situación del gobierno – jaqueado por tasas de inflación casi inmanejables, con el valor del dólar fuera de control y la dificultad para obtener los recursos destinados a solventar los programas sociales – parecía insostenible y de tremenda debilidad. El paso de tres ministros de economía en poco más de un mes – Martín Guzmán, Silvina Batakis y Sergio Massa – dan cuenta de la falta de rumbo y del pronunciado debilitamiento de la figura del presidente Alberto Fernández, un mandatario con un perfil desdibujado y atrapado en sus propias limitaciones que le han impedido reafirmar su autoridad y adoptar  respuestas adecuadas  en los momentos más álgidos de su gobierno. 

Bajo estas condiciones y con el martilleo demoledor de las usinas mediáticas y judiciales, el liderazgo de Cristina Kirchner vuelve a surgir como uno de los pocos horizontes confiables para los sectores populares. La posibilidad de postular nuevamente su candidatura para las elecciones presidenciales de octubre de 2023 cobra una nueva dimensión, solo ella, con su enorme representación social en la clase trabajadora y en  las capas más pobres de la sociedad, es capaz de impedir un triunfo de la alianza conservadora cuya posible candidatura se disputan Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Desde esta perspectiva, se comprende porque la eliminación de su figura provocaría una  vacancia irreemplazable en el Frente de Todos y en el campo de las fuerzas progresistas y el momento del atentado cobra una dimensión histórica, era la pieza que había que quitar en el tablero de la política argentina.

Más allá del proceso electoral que se vivirá el próximo año, quedan pendientes algunos temas que preocupan. La experiencia de otros gobiernos populares de la región, enseña que sin organizaciones populares fuertes y participativas es difícil afrontar las tareas de gobierno y defender las conquistas sociales. Miremos con cuidado la actual situación del presidente Pedro Castillo en Perú, el destino de la Alianza País en Ecuador, el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia, recuperado por la heroica resistencia de las agrupaciones indígenas y campesinas y analicemos, sin imitar, pero como espejo en el cual mirarnos, la exitosa consolidación de la revolución bolivariana en Venezuela con millones de ciudadanos agrupados en sólidas organizaciones de masas.


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