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Malvinas, una ráfaga de viento

| Foto: La Tecla Patagonia

Publicado 2 abril 2019



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Ver las imágenes de los familiares junto a las cruces de sus seres queridos tiñe de gran emoción estos días de conmemoración y reflexión sobre aquella guerra.

Como una ráfaga de viento patagonico, cuando llega esta fecha, los recuerdos me transportan a aquellos días vividos con tanta intensidad en el otoño de 1982. Me acerca una vez, más a los sentimientos y recuerdos más profundos de esa parte de mi vida. Malvinas se nos hizo eterna en el interior de cada uno de los que estuvimos allá. No sólo por lo vivido durante del conflicto bélico, sino lo que vino después, tras el regreso, dando lugar al nacimiento de una nueva lucha en el interior de cada uno de los soldados que estuvimos combatiendo en la islas. Pero también nos sirve para analizar el actual presente lleno de contradicciones.

En estos días y después de 37 años el Estado argentino, la Cruz Roja Internacional (CRI), con la participación del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), lograron la identificación de los cuerpos de los queridos compañeros caídos durante el conflicto bélico que estaban enterrados sin nombres propios en medio de la soledad del cementerio de Darwin. Ver las imágenes de los familiares junto a las cruces de sus seres queridos tiñe de gran emoción estos días de conmemoración y reflexión sobre aquella guerra.

El proyecto de identificación de las tumbas comenzó hace 11 años, por iniciativas de organizaciones de veteranos como el Centro de Excombatientes Islas Malvinas de La Plata, acompañados por referentes como el Juez Alejo Ramos Padilla e impulsada por decisión de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Luego el 2 de abril de ese mismo año, desde el monumento de Malvinas en Ushuaia, la entonces jefa de Estado anunció que había solicitado a la Cruz Roja Internacional su colaboración para que los N.N. fueran identificados. Un año después, 91 familiares ya habían dado su conformidad para los estudios de ADN correspondientes. Casualmente, el gobierno británico dilató los tiempos para dar una respuesta de ayuda humanitaria. Con el cambio de gobierno, Gran Bretaña accedió a este reclamo y finalmente ambos países acordaron el inicio de las tareas en 20 de diciembre de 2016.

Entre tanto, recuerdo las agresiones recibidas por Adolfo Pérez Esquivel; Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo; ex combatientes y otros referentes de derechos humanos a su regreso de un viaje a las Islas, como parte de la campaña para darles nombre y apellido a esos compañeros. Entre gritos e insultos se los atacó acusándolos de vende patria, traidores y cipayos, sin justificación. Esta iniciativa de visitar Malvinas, de la Comisión Provincial de la Memoria, tampoco recibió ninguna mención en estos días.

De todas formas, el reciente viaje de los familiares es un sueño cumplido y una caricia a la vida. Cerró una asignatura pendiente y es un reencuentro necesario con esta parte importante de sus historias.
Pero la lucha por la soberanía es continua y esto nos fortalece para seguir adelante con la cuestión Malvinas, a pesar de que el gobierno de Mauricio Macri, con su política exterior de entrega sólo desmalviniza, el acuerdo firmado el 13 de setiembre de 2016, entre Susana Malcorra, ex Canciller argentina y Alan Duncan, vice canciller británico a las escondidas, sólo buscó satisfacer los pedidos de la Corona Británica en temas como explotación de recursos, pesca, hidrocarburos o vuelos aéreos, sin ningún beneficio para el pueblo argentino. ¿Por qué no insistir una y otra vez en el justo reclamo de soberanía que tiene nuestro país desde 1833 y que es avasallada por la posesión colonial de Gran Bretaña?

El actual gobierno de Mauricio Macri pareciera que sólo defiende la posibilidad de hacer negocios con el Reino Unido, cede este monopolio a los intereses británicos y se olvida de mantener el reclamo en los foros internacionales. Pero por historia y por derecho, defender la soberanía es una cuestión de Estado que supera el tiempo y los vaivenes políticos que atraviesa el país.

Se colocó una vez más “bajo un paraguas” la discusión de la soberanía de las Islas, como lo establece desde hace más de 50 años la resolución 2.065 de las Naciones Unidas. La política exterior de nuestro país vuelve a buscar relaciones carnales con Gran Bretaña, escondiendo el justo reclamo y olvidando el respaldo internacional que tuvo hasta hace poco tiempo atrás. Mientras que, el representante del Reino Unido ante nuestro país, Mark Kent, es un hábil diplomático que trabaja intensamente para “Falklanizar” Argentina y la región.

Es en este orden, que la embajada británica auspició, en el hotel Sheraton en diciembre de 2018, los premios Fopea a la supuesta investigación del periodismo “independiente” argentino, donde por acción u omisión no se hizo referencia al cierre de numerosos medios de comunicación y de los 3.500 periodistas despedidos. Mientras el Reino Unido “Falklaniza”, el Gobierno de Mauricio Macri actúa en complicidad facilitando, con total impunidad, el avance británico sobre nuestro territorio austral marítimo y las riquezas de nuestro mar y suelo austral.
En nuestro territorio permanece la base de Mount Pleasant con casi 2 mil efectivos que custodian y controlan con su armamento, aviones, barcos y un submarino nuclear nuestro mar austral y los pasajes bioceánicos. Con total premeditación miran hacia el sur, pretendiendo el control de todas las riquezas de nuestras aguas y el territorio Antártico.

Malvinas es un lugar de pertenencia para el pueblo argentino y vive en cada rincón de mi país. Lo vemos cuando las Islas aparecen en remeras, tatuajes, muros, banderas, hinchadas de fútbol, monumentos, sindicatos y escuelas. Hoy vuelvo a pensar en las contradicciones de nuestra historia, de una guerra impulsada por una dictadura cívico-militar en decadencia que utilizó un legítimo reclamo y cómo una y otra vez se intenta esfumar la verdad por quienes prefieren ignorar o callar lo que nos pasó y nos pasa para llevarlo a un plano individual o a un modelo conservador. Pero una sociedad jamás será justa si no ejercita la memoria, si no se piensa y reformula su pertenencia y esto exige una tarea cotidiana. En definitiva Malvinas es una inmensa historia de amor escrita con el corazón que conlleva a nuestra propia historia como Nación.

*Periodista, docente en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP y ex conscripto combatiente en Malvinas.


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